Una de las características de las bodas durante la pandemia, la encontramos en las dificultades que se presentan a veces a la hora de reunir a la familia de los novios, sobre todo cuando estos viven lejos, y nos estamos refiriendo con la palabra familia, a aquellos imprescindibles: padres, madres y hermanos.
Ante la dificultad de reunión, las limitaciones de movilidad y el cierre de fronteras ¿qué podemos hacer?
Esto es lo que le ocurrió a Camila y Antonio, que tenían planeado casarse el 26 de septiembre de 2020 en Asturias.
Esperaban que para esa fecha todo se estabilizase, y pudieran celebrar su boda, con la asistencia de la familia de Camila que viven fuera de España.
Los días fueron pasando y la situación empeoraba, el temor a la «segunda ola», en los meses de junio y julio planeaba sobre cualquier intento de planificación y el miedo iba en aumento.
Ante esta situación, los novios decidieron tomar las riendas de las circunstancias que les había tocado vivir, y actuaron: La boda tendría lugar, el 29 de agosto. Os preguntareis el porqué de esta fecha, y es que antes de una posible segunda ola de infectados por el Coronavirus, y sobre todo ante una pequeña posibilidad de que los padres de la novia pudieran acudir en esa fecha, lo tuvieron claro.
Ante este cambio de fecha, y siendo conscientes de lo que esto suponía para los invitados, buscaron la manera de facilitar su asistencia todo lo posible.
Muchos de los invitados eran de Madrid, y ellos mismo residían en la capital, por lo que esta ciudad reunía todas las características para ser el sitio de celebración, y poder dar el «sí quiero», así que, como la novia nos contaba «para hacerlo más cómodo para los invitados y nosotros mismos, decidimos cambiar y hacerlo en Madrid»
Pese a todas las modificaciones, y las buenas intenciones, el Covid-19 decidió que los padres de ella, no pudieran acudir ese 29 de agosto a Madrid. Esta noticia tambaleó de nuevo todos los preparativos, la organización e incluso la fecha de la propia boda, sin embargo, la incertidumbre estaba presente, y los novios sabían que seguiría estándolo durante un largo tiempo.
Por este motivo, los novios decidieron seguir adelante con los planes de boda.
Sabían que querían casarse, que no tendrían garantía de una boda, como ellos habían soñado, en un futuro próximo, y que lo esencial de la boda, lo tenían. Estaban los dos, y quería dar el «sí quiero».
Ella nos confesaba que «Creo que la pandemia te hace prescindir de muchas cosas que pensábamos que eran necesarias. Jamás en la vida me hubiera podido imaginar en casarme sin mi familia. Pero cuando estás en un momento así, lo que menos intranquilos nos déjaba era casarnos lo antes posible, aunque eso significaba asumir el riesgo de no poder contar con invitados muy importantes.»
Por tanto, tras todos los cambio de fecha, lugares, reuniones con su familia por Zoom e Instagram Live… Llego el 29 de agosto, y lograron seguir adelante con la boda. Fue un día inolvidable. De distinta forma a lo imaginado, toda su familia estuvo presente y fue participe.
Hacía un día maravilloso para ser agosto en Madrid, se esfumó el calor, e ¡incluso tuvieron que poner calefactores!
Como ella dice «ni las mascarillas, ni la falta de abrazos, ni la distancia le quitaron lo especial al día. Al contrario, tras tanta lucha estábamos increíblemente agradecidos de que llegara el día y por fin dar el sí quiero. El haber pasado por la locura de organizar la boda con estas circunstancias, la frustración, estrés y malos ratos, lo han hecho más especial y fue mágico. Se hizo corto con las restricciones pero fuimos felices, todo fue perfecto. En ese momento, merece la pena todo.»
Desde El Vals de la Novia, queremos felicitar a estos novios, que ante las circunstancias se hicieron grandes y disfrutaron de su día de una forma maravillosa e inolvidable, y eso se vislumbra tras cada palabra de ella al contarnos cómo fue aquel día.
Enhorabuena pareja, os deseamos todo lo mejor.
